domingo, 1 de febrero de 2015

LA REPARACIÓN SIMBÓLICA A TRAVÉS DEL ARTE Una mirada desde la Obra "El ojo que llora" de Lika Mutal por Cristian Camilo González Pineda











LA REPARACIÓN SIMBÓLICA A TRAVÉS DEL ARTE
Una mirada desde la Obra “El ojo que llora” de Lika Mutal
Por Cristian Camilo González Pineda[1]


“(…) una víctima no necesita ver una obra de Arte estática que represente su sufrimiento; una víctima necesita expresarse; una víctima necesita gritar; necesita brincar, rayar y mostrar su tristeza. Necesita dejar una marca que represente los sentimientos que lleva en su interior y que le ayuden a construirse nuevamente”.
Extracto del texto



Sumario
1. Introducción; 2. Algunos pensamientos en torno al Arte y su carácter de reparador simbólico del ser; 3. Una obra de arte insignia en materia de reparación simbólica; 4. La obra: el conflicto social y el logro de la reparación simbólica. 5. Conclusión.

1.    Introducción

Más allá de lo que piensa el común de la gente, la relación entre el derecho y el arte no es para nada extraña. Ambos están orientados a lograr el bienestar de las personas y a la construcción de un modelo de sociedad ideal. En este ensayo analizaremos cómo, a través del Arte y garantizando el derecho a la memoria, la dignidad de las víctimas, la verdad, la no repetición y la satisfacción, se logra la construcción de la reparación simbólica de víctimas de conflictos sociales. Específicamente se analizará el caso peruano de la Obra de Arte Contemporáneo “El ojo que llora” de la artista holandesa Lika Mutal.

Palabras clave: El Ojo que llora; Reparación; Víctimas; Memoria, Conflictos, Violencia.

2.    Algunos pensamientos en torno al Arte y su carácter de reparador simbólico del ser.

Cuestionarme acerca de cómo el Arte se ha convertido en una forma de reparación simbólica me llevó a entender que ello no es algo nuevo para la humanidad. Con el paso del tiempo el hombre ha buscado, a través del símbolo y del signo, generar una marca o un antecedente respecto de hechos ocurridos que generaron impactos bien sea a nivel personal o a nivel colectivo. El arte no es sólo un medio de expresión; también es un medio para la reparación del ser interno.

La imagen católica de la crucifixión y su representación en iglesias, zonas públicas y en los hogares de muchas personas, no es más que una forma artística que, aparte de lo convencional, pretende reivindicar la dignidad humana por hechos ocurridos en el pasado. Ello crea una memoria histórica y una garantía de no repetición. Estoy seguro que en la actualidad es impensable para cualquier sistema normativo la adopción de la crucifixión como pena capital por la comisión de delitos.

Crucifixión en New York” Víctor Hugo


Otro ejemplo de cómo a través de representaciones artísticas se construyen algunas nociones de reparación lo encontramos en el Pesebre Navideño alrededor del cual la comunidad cristiana se reúne para la celebración de las novenas decembrinas. Este performance social podría pasar desapercibido como una forma de reparación simbólica por violación de derechos humanos ocurridos en la historia antigua; empero, recordemos que el nacimiento de Jesús estuvo precedido de la masacre de cientos de niños a manos de Herodes y muy en el fondo la novena navideña recuerda ese lamentable hecho sufrido por la humanidad.

Así mismo, la canción "Looking For Freedom" del estadounidense David Hasselhoff sigue en la mente de los alemanes que vivieron la caída del muro de Berlín y es que, como afirmó el mismo artista: el mensaje de “Looking for Freedom” sigue siendo, 25 años después de la caída del Muro importante para muchas personas en países como Alemania, Ucrania, Siria o Iraq.


La Buerlinica por Cacciatore 1990-2009. Obra sobre el muro de Berlín

Las artes no sólo son un medio de expresión o una forma de reparación. El Arte cohesiona lo humano; es un medio para la creación de vínculos y una forma de vivir lo vivido por los demás. Luego entonces, podría concluir que a través del arte creamos una memoria histórica que nos permite sentir y ponernos en el lugar de las demás personas. Ello crea humanidad y nos conduce al reconocimiento de la otredad.

Obras de arte orientadas a la representación de un conflicto social son realmente muy recurrentes en la medida que los artistas contemporáneos, con el fin de construir mediante su obra una crítica social, adoptan temas que de por sí son lugares comunes para el arte. Por ello, podría afirmar que si una persona ajena a una sociedad desea conocer la esencia de las dinámicas sociales de una comunidad en particular, lo adecuado es mirar a los artistas pues ellos constituyen verdaderas radiografías sociales contemporáneas.

Ahora bien, no por el hecho de representar el conflicto social, la obra de arte puede ser considerada como una forma de reparación; ello nos llevaría al equívoco de creer que la Obra “Masacre en Colombia” del pintor colombiano Fernando Botero tiene luces de reparación simbólica.

Desde la perspectiva del derecho y atendiendo a las cualidades del arte, toda obra de arte que pretenda la reparación simbólica a víctimas de conflictos sociales debe garantizar una serie de tópicos entre ellos (i) el derecho a la memoria; (ii) la dignidad de las víctimas; (iii) la verdad; (iv) la garantía de no repetición y (v) la garantía de satisfacción. Empero, no son muchas las obras orientadas a la reparación que cumplan con los cinco (5) tópicos aquí mencionados.

En la medida que trabajaba la idea de este ensayo me preguntaba: ¿es eso lo que realmente quiere una víctima?; me refiero a un monumento al recuerdo del dolor como lo es el construido bajo la orden de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Campo Algodonero vs México, o, por el contrario, una víctima que perdió a todos sus hijos preferiría una “perita” de boxeo para desahogarse cada vez que recuerde su tristeza.

Fue el momento en que entendí dos cosas: la primera, una víctima no necesita ver una obra de Arte estática que represente su sufrimiento; una víctima necesita expresarse; una víctima necesita gritar; necesita brincar, rayar y mostrar su tristeza. Necesita dejar una marca que represente los sentimientos que lleva en su interior y que le ayuden a construirse nuevamente. La segunda: el arte como reparación simbólica no está enfocado exclusivamente a la reparación de la víctima sino también, a la reparación de la sociedad que sufrió el daño, a la creación de una memoria colectiva en la humanidad y, por último y no menos importante, al victimario.

3.    Una obra de Arte insignia en materia de reparación simbólica

Dado que la finalidad de este ensayo era la de efectuar el análisis de una obra de Arte que estuviere orientada a la reparación simbólica de víctimas dentro de dinámicas de conflictos sociales; inicié una búsqueda bajo la cual pretendía encontrar una obra encriptada en lo más recóndito sin siquiera pensar que la indicada; la que mayor impacto me causaría estaba justo al frente de mis ojos. “El ojo que llora” de la artista Lika Mutal.


Fotografía cortesía del diario Peru21

Lika Mutal[2] es una artista plástica de origen holandés que llegó a Lima, Perú, en el año 1968, lugar donde fijó su residencia definitiva a partir del año 1984. Estudió en el Bonifacius College de Utrecht, Países Bajos; en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de los Andes en Bogotá, Colombia y en la Escuela de Artes Plásticas de la Pontificia Universidad Católica del Perú PUCP.[3]

Lika Mutal, según señala el famoso poeta Mario Vargas Llosa, encontró una enorme piedra en uno de los cerros que rodea la ciudad de Lima, cerca de un cementerio prehispánico saqueado por depredadores de tumbas; llevó la piedra a su taller y allí la abandonó sabiendo que algún día construiría una escultura a partir de ella. Lo que no alcanzó a divisar la escultora holandesa sería el impacto social que tendría su obra después de terminada pues, a partir de ella, dio inicio a una lucha partidista de quienes consideraban que “El ojo que llora” constituía una apología al terrorismo y, del otro lado, quienes siendo víctimas del conflicto se identificaban con ella y sufrían con dolor cada atentado en contra del monumento a sus seres queridos. Podría decirse que se llegó a un punto de revictimización, algo contrario a los fines de la reparación simbólica a través de obras de arte.

Ahora bien, ¿qué es el “Ojo que llora”?; “El Ojo que llora” es una escultura-instalación interactiva clasificada como una Obra de Arte Contemporáneo, erigida en memoria a las víctimas de las acciones terroristas que vivió Perú entre los años 1980 a 2000.

Esta Obra hace parte de las denominadas obras de arte originadas en decisiones judiciales[4] como medio de reparación a las víctimas en la medida que su construcción ha sido orientada por las órdenes impartidas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos: primero, en el caso Barrios Altos vs Perú; luego, en el caso Miguel Castro Castro vs. Perú y, por último, en el caso la Cantuta vs. Perú.

La obra consta de una piedra instalada en el centro de un estanque que, según Vargas Llosa, evoca tres animales míticos de las antiguas civilizaciones peruanas: el pico del cóndor, la boca de un crótalo y la silueta del puma.

 


 Fotografías: Javier Torres Seoane

La piedra central que mide aproximadamente dos metros de altura contiene en su parte superior una piedra incrustada que evoca la forma de un ojo del cual brotan lágrimas que caen a un estanque lleno de agua, generando una fuerte sensación de tristeza.

La escultura central se encuentra rodeada por un laberinto plano y circular dentro del cual surgen senderos de grava de mármol. Dentro del laberinto y al lado de cada sendero se encuentran una serie de piedras bastante uniformes, circulares y de tamaño aproximado al puño de una mano en las cuales está grabado el nombre de una de las víctimas del conflicto y el año en que murió. En el recorrido se pueden apreciar piedras que no tienen inscripción las cuales recuerdan a aquellas personas que no pudieron ser identificadas.

La obra lleva al espectador a recorrer el laberinto entre las piedras y los caminos de granito; siempre acompañados del monumento central que no para de llorar por la cantidad de piedras que le rodean. Podría decir que, sin lugar a duda, la obra evoca la idea de un cementerio en el cual la Madre Tierra acompaña la tristeza de los familiares de las víctimas.

Por último, es importante resaltar que la obra de arte de Lika Mutal hace parte de un proyecto mayor de nombre “Alameda de la Memoria” a cargo del arquitecto Luis Longhi, el cual busca la creación de un espacio de memoria, verdad y reconciliación social; algo similar al proyecto colombiano que se pretende elaborar con ocasión del conflicto armado interno del país.

4.    La obra: el conflicto social y el logro de la reparación simbólica

Tal como se afirmó anteriormente, la obra de arte de Lika Mutal se construyó por órdenes impartidas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en los casos Barrios Altos, Miguel Castro Castro y Cantuta vs. Perú.

En el caso Barrios Altos vs Perú, la Corte Interamericana de Derechos Humanos estudio el caso de seis individuos, miembros del Ejército peruano que actuaban en el “escuadrón de eliminación” llamado “Grupo Colina”; fuertemente armados y encubiertos con pasamontañas, irrumpieron en un inmueble ubicado en el Jirón Huanta del vecindario Barrios Altos de la ciudad de Lima. Los militares obligaron a las presuntas víctimas a arrojarse al suelo y dispararon indiscriminadamente, matando a 15 personas e hiriendo gravemente a otras cuatro. Posteriormente el gobierno peruano sancionó una ley de amnistía que exoneraba de responsabilidad a militares, policías y civiles que hubieran cometido violaciones a derechos humanos entre 1980 y 1995[5].

En la sentencia, entre otras cosas, la Corte ordenó la creación de un monumento recordatorio que debía ser creado de forma concertada con la sociedad peruana y, en especial, con las víctimas directas de los hechos violentos.

La escultora Holandesa en compañía de la población de Jesús María y con el apoyo del  arquitecto Luis Longhi, inició la construcción de la obra que fue inaugurada el 28 de agosto del año 2005 en el Campo de Marte como primer proyecto de la Alameda de la Memoria.

La terminación de la obra generó un movimiento social que llegó a considerar el monumento como una apología al terrorismo en cuando consideraban que las supuestas víctimas del estado realmente eran terroristas, miembros del grupo guerrillero Sendero Luminoso, también conocido como partido comunista del Perú.

Los años posteriores fueron catastróficos para la reparación simbólica pretendida con la Obra de Arte según se pasa a explicar: (i) No se logró la creación de la memoria histórica del conflicto en la medida que, por un lado, los familiares de las víctimas consideraban que sus fallecidos eran personas inocentes que cayeron en medio de un conflicto armado a manos del totalitarismo estatal y, por el otro, las facciones sociales de derecha señalaban a las víctimas del caso Barrios Altos como miembros de grupos Guerrilleros de izquierda y asesinos de campesinos peruanos.

(ii) no se logró edificar la dignidad de las víctimas y sus familiares a través del monumento; peor aún, estas sufrieron la revictimización constante ejemplificada a los constantes atentados que sufrió el símbolo artístico que pretendía la reparación simbólica y que representaba la violencia sufrida. Fue una época triste para el monumento de piedra pues pasó de llorar lágrimas a estar cubierto de “sangre”. El ataque constante al monumento evaneció la finalidad simbólica de garantía de satisfacción. la obra no contribuyó en nada a lograr la verdad y mucho menos creo una garantía de no repetición.

 

Posteriormente, dentro del caso Castro Castro vs Perú, la Corte Interamericana ordenó agregar al monumento “El ojo que llora”, los nombres de 42 presos fallecidos en uno de los centros penitenciaros de Perú. La decisión no fue bien recibida por los familiares de las víctimas quienes se opusieron a la nueva intervención del monumento de piedra. Ello generó nuevamente la revictimización del conflicto. Los familiares de las víctimas originales retratadas en la Obra de Arte consideraban injusto que los nombres de sus seres queridos estubieren junto a los de los terroristas que murieron en la cárcel.

La incorporación de las segundas víctimas a la obra aumentó los ataques de grupos de derecha quienes consideraban que tanto las presuntas víctimas iniciales como las victimas del estado en el establecimiento carcelario, eran miembros de grupos guerrilleros de izquierda.

Por último,en el año 2006 la obra sufrió una última intervención de la mano de una tercera orden impartida por la Corte Interamericana en el caso La Cantuta vs. Perú. Esta vez se ordenó agregar al monumento los nombres de un profesor y varios estudiantes que fueron secuestrados, torturados y asesinados a manos de funcionarios del Estado. A diferencia de lo ocurrido con las víctimas del establecimiento carcelario, los nombres de los estudiantes fueron recibidos con aprecio por parte de los familiares de las víctimas en el caso Barrios Altos.

Con el paso de los años las acciones perpetradas en contra de la obra “El ojo que llora” fueron disminuyendo con ocasión de la acción social de las familias víctimas del conflicto armado del Perú. El monumento se convirtió en un lugar común a través del cual se inició con la construcción de una memoria real del conflicto armado que vivió el país.



La acción de los familiares de las víctimas ha logrado poco a poco dignificar a sus fallecidos por medio de la apropiación del lugar; ello ha repercutido de forma positiva en la mitigación del dolor pues este dejó de ser individual y se convirtió en una carga de todos.

 

Finalmente, en el año 2013 la Obra de Arte fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación y tras la conmemoración de la entrega del informe final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación; el Estado peruano se comprometió a garantizar la preservación de la obra que se convirtió en la representación de los 70.000 muertos y desaparecidos que dejó la etapa de violencia que vivió la sociedad peruana.

5.    Conclusión

La Obra de Arte Contemporáneo “El ojo que llora” es uno de los ejemplos más contundentes de como el Arte puede lograr la reparación de las víctimas por medio de la construcción de la memoria; la dignificación de las víctimas; el esclarecimiento de la verdad como derecho de las víctimas y deber Estatal y, por último, el establecimiento de la garantía de no repetición y la mitigación del dolor de quienes sufrieron los padecimientos del conflicto.

La importancia de esta obra en particular, que además fue el elemento que generó mayor conflicto, fue el hecho de integrar en una sola obra la idea de reparación de las víctimas sin importar si un día fueron victimarios.

El desarrollo de la obra permite entender la existencia de las llamadas “zonas grises” en los conflictos sociales; esto es, un punto en el cual la víctima se convierte en victimario y el victimario se convierte en víctima. Cuestión que fue evidente en la etapa posterior a que la Obra de Arte fue declarada Patrimonio Cultural de Perú y se convirtió en la representación de las setenta mil víctimas del conflicto armado interno. ¿Cómo saber quiénes de esas setenta mil personas fueron víctimas o victimarios en esa guerra entre el Estado y Sendero Luminoso?; la respuesta es sencilla, todos fueron víctimas del conflicto, lo importante es la construcción de la memoria para no repetir el ciclo de tristeza y horror que atravesó el pueblo peruano.

La obra perdurará en el tiempo como un diario que recuerde el deber humano de no repetir los errores que llevaron al sufrimiento de un pueblo, porque tal como lo expreso el Nobel de literatura Mario Vargas Llosa, cuando el tiempo logre(…) ese consenso que permita a unos y a otros aceptar que el horror que el Perú vivió a causa de la tentativa criminal de Sendero Luminoso (…) y los terribles abusos e iniquidades que las fuerzas del orden cometieron en la lucha contra el terror, no dejaron inocentes, nos mancharon a todos, por acción y por omisión (…) sólo a partir de ese reconocimiento podremos ir construyendo una democracia digna de ese nombre, donde ya no sean concebibles ignominias como las que ensuciaron nuestros años ochenta y noventa.”.

Bibliografía

1.    VARGAS, Mario; Tribuna: Piedra de Toque; El ojo que llora, Columna Diario El País; 14 de enero de 2007.
2.    SIERRA, Yolanda; Relaciones entre el arte y los derechos humanos; Revista Derecho del estado; 2014.
3.    LA REPÚBLICA; Diario; EL ojo que llora fue declarado Patrimonio Cultural
4. GODOY, José Alejandro; La verdad sobre “El ojo que llora”; http://www.desdeeltercerpiso.com/2007/01/la-verdad-sobre-el-ojo-que-llora/
5.    CHASKA, Illarec; Memorial “El ojo que llora”; 2007
6.    CORTE INTERAMENRICANA DE DERECHOS HUMANOS caso Barrios Altos vs Perú
7.    CORTE INTERAMENRICANA DE DERECHOS HUMANOS Miguel Castro Castro vs Perú
8.    CORTE INTERAMENRICANA DE DERECHOS HUMANOS Cantuta vs. Perú.




[1] Estudiante de la Especialización de Derecho Público de la Universidad externado de Colombia. Este ensayo se elabora a petición de la Docente Yolanda Sierra León para la materia Régimen Constitucional del Arte, la Cultura y los Derechos Humanos.
[2] La artista de origen Holandés ha presentado las exposiciones individuales Pulso de la Montaña en el Centro Cultural Inca Garcilaso, Lima (2008); en la Fundación Veranneman, Kruishoutem, Bélgica (2002); The Mirror of My Faceless Face en el Nohra Haime Gallery, Nueva York, EEUU (2000); Stone Sculpture 1975-1995 en el Nohra Haime Gallery, Nueva York, EEUU (1996); Lika Mutal: Stone Sculpture en el Cedar Rapids Museum of Art, Iowa, EEUU (1995); Stone Sculpture 1979-1994 en la Nohra Haime Gallery, Nueva York, EEUU (1995)[2] y, por supuesto, es la autora de la obra “El Ojo que llora”, actualmente instalada en el Campo Marte de Jesús María en la ciudad de Lima, Perú.
[3] Centro de Documentación de Arte Peruano Contemporaneo; http://cdapc.org/?p=2585; revisión efectuada a la página de internet el día 12 de diciembre del año 2014.
[4] Relación entre el arte y los derechos humanos; Yolanda Sierra León; Revista Derecho del Estado No. 32, junio 2014; Bogotá
[5] Corte Interamericana de derechos Humanos

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